- Se jubila a los casi 70 años una eminencia en el pueblo, un profesional que ha cuidado de la salud y el bienestar de tres generaciones
- “Pasamos de una consulta de sentarnos a hablar con el paciente y lo que fuera necesario, a estar mirando el ordenador y no mirarle cara a cara”
- El gobierno elevará a pleno la proposición de nombrar a Régulo hijo predilecto de la localidad
Ayer lunes por la tarde, el Centro Social de El Poble Nou de Benitatxell se llenó como nunca antes se había visto. La ocasión lo merecía. Los pobleros y las pobleras asistieron en masa a arropar a Régulo Lorente en el homenaje a su despedida como médico de la localidad durante más de 40 años. Se jubila a los casi 70 años una eminencia en el pueblo, un profesional que ha cuidado de la salud y el bienestar de tres generaciones.
En virtud del gran cariño que le tiene la gente y previendo una grandísima asistencia, el Ayuntamiento instaló unas pantallas para seguir el acto desde el exterior en caso de que el Centro Social se quedase pequeño. Y como era de esperar, así fue. Por suerte, la climatología respetó este importante acontecimiento y cientos de personas pudieron transmitir su afecto al médico.
Evidenciando su emoción, Régulo contó cómo llegó junto con su mujer de un pequeño pueblo de Ávila a Benitatxell. “Llegué con la intención de quedarme un año y después marcharme a Dénia, Xàbia u otro lugar. Pero un año se convirtió en 40”. Después nació su hija Laura, que fue a la guardería “de la calle Pou”, a la escuela y al instituto con el mismo grupo de amigas y amigos. “Vivió en el pueblo una infancia muy feliz”, relató el médico.
Sin citas: “¿Quién es el último?”
También recordó cómo ha cambiado la medicina en su larga trayectoria. Al principio, la consulta estaba en la avenida de València, en el actual retén de la Policía Local. “Estábamos en lo que llamaban la casa del médico y teníamos adosada una consulta y una pequeña sala de espera. Teresa, la madre de Antonio y de Pepita, se encargaba de tenerla siempre apunto”. No había ni teléfonos, ni citas ni listas de espera. “La gente llegaba y preguntaba: ¿Quién es el último?, y se daban cita unos a otros. Atendíamos a todas las personas que llegaban. Había días que eran 20 y otros que eran 40. Y hasta que no llegaba a atender al último, no se acababa la consulta”.
La asistencia era muy cercana, y la gente se sentía cuidada y atendida. Especialmente en las visitas a domicilio. Como narró el doctor, “todos los días cogía mi maletín y hacía cuatro o cinco visitas a las personas mayores. Me sentaba con ellos a la chimenea o a la estufa y charlaba con ellos de su enfermedad o de cualquier otro problema”.
Después la consulta se reformó y se transformó en una clínica más grande, con tres grandes consultas, una sala de espera y “el famoso mostrador”, donde atendía “Don Francisco, el marido de Vicenta”. Fue ya en 2006 cuando abrió el actual Centro de Salud en la plaza de les Pesqueres. “Hasta entonces, durante 24 años, puedo decir que fui el mejor médico del pueblo, porque era el único que había”, bromeó Régulo.
Todo cambia: informatización, citas y listas de espera
A partir de entonces, todo cambió. Apareció la cita previa, la cita telefónica… y las listas de espera. Las consultas se informatizaron y llegaron las historias clínicas electrónicas y la burocracia. “Nos costó mucho adaptarnos. A vosotros y a mí. La gente estaba acostumbrada a llegar sin cita y que se le atendiese. Pero con la cita previa aparece la demora. Los pacientes ya no eran atendidos ni hoy ni mañana, sino que a lo mejor les daban cita para dentro de tres días. Y pasamos de una consulta de sentarnos a hablar con el paciente y lo que fuera necesario, a estar mirando el ordenador y no mirarle cara a cara”.
Pero sin duda, como el propio Régulo aseguró, la situación más complicada que le tocó vivir durante los 40 años de carrera fue la pandemia. “Sufrimos mucho todos, los sanitarios y los pacientes. Los primeros cuatro meses no sabíamos qué hacer ni teníamos equipos de protección”, relató Régulo, quien se emocionó y se le quebró la voz al hablar de la gente que se quedó por el camino. “Perdimos a José Antonio, a Pepe y a Rosa. Fue muy duro. Afortunadamente, aquello ha pasado y ahora queda el sufrimiento en las familias que perdieron a sus seres queridos”.
El acto fue multitudinario y muy especial. Lo abrió la concejala de Salud, Isa Garrido, quien destacó que la jubilación de Régulo es uno de esos días que, aunque esperado, “nunca hubiéramos deseado que llegara”. Porque, como afirmó, ha sido para la gente del pueblo mucho más que un médico. “Tu consulta ha sido algo más que un sitio donde contar los problemas del cuerpo esperando una solución que nos curara o aliviara. Ha sido también un sitio en el que hemos ido a contarte las cosas del alma, esas que a veces no nos atrevemos a contar en casa a nuestra familia por no alarmarles o no causarles preocupación”.
Ese lado humano también lo quiso destacar el alcalde, Miguel Ángel García. "Has sido una pieza clave y muy importante para muchas generaciones. Nos has tratado siempre con profesionalidad, con tacto, con empatía y con mucha humanidad. Como si fueras parte de la familia de cada uno de todos nosotros. En cada consulta nos has hecho sentir únicos para ti, importantes. Y sé cierto que así lo sienten la totalidad de las personas que hoy estamos aquí".
Nombramiento de hijo predilecto
En el acto se avanzó que próximamente se elevará a pleno la proposición de nombrar a Régulo Lorente hijo predilecto de El Poble Nou de Benitatxell. Tras los parlamentos, el alcalde y la concejala le hicieron entrega de un obsequio: un cuadro con una panorámica del municipio pintado por la artista local María Monfort.
Del mismo modo lo hizo la presidenta de la Asociación de Jubilados y Pensionistas del municipio, Mónica García, quien no quiso perder la ocasión de agradecerle todo lo que ha hecho por la gente mayor. Para acabar, la mayoría de los asistentes quisieron mostrarle su cariño con charlas, fotos, besos y efusivos abrazos, muchos de ellos mostrándose muy emocionados y conmovidos.